Mantener la relación China-EE. UU. navegando en la dirección correcta

Mientras Washington atraviesa una transición de poder, el mundo sigue atento, con innumerables miradas puestas en el futuro de las relaciones entre China y Estados Unidos.

En medio de crecientes desafíos globales, los dos principales países deben esforzarse por un inicio positivo en el nuevo mandato presidencial estadounidense y trabajar por hacer avanzar sus relaciones desde un nuevo punto de partida.

La importancia de la relación entre las dos economías más grandes del mundo no puede subestimarse. Desde el comercio hasta la seguridad global y el cambio climático, su interacción tiene un impacto directo más allá de sus fronteras.

Con amplios intereses comunes y un enorme potencial de cooperación, ambos países pueden convertirse en socios y amigos, contribuir al éxito mutuo y promover la prosperidad compartida para el bien global y mutuo.

Para China y Estados Unidos, dos grandes países con condiciones nacionales diferentes, es natural tener ciertas diferencias. Lo más importante es gestionar estas discrepancias de manera adecuada y no permitir que dicten el rumbo de la relación.

Desde el principio de su compromiso, los dos países han reconocido las profundas diferencias de sus sistemas políticos y etapas de desarrollo. No obstante, en las últimas décadas han establecido lazos diplomáticos, han reforzado la cooperación basada en intereses comunes y han fortalecido los intercambios amistosos entre sus pueblos.

De cara al futuro, ambas partes deben respetar los intereses fundamentales y las principales preocupaciones del otro, al tiempo que buscan soluciones constructivas a los desafíos existentes. La cuestión de Taiwan, que afecta la soberanía nacional y la integridad territorial de China, debe ser abordada con prudencia por la nueva administración estadounidense, evitando acciones que puedan socavar la confianza mutua o desestabilizar la relación bilateral.

Aunque la relación entre China y Estados Unidos está marcada por la cooperación, la competencia y, a veces, la tensión, cada vez más se caracteriza por la interdependencia.

La cooperación económica y comercial se ha convertido en la piedra angular de los lazos bilaterales, con un comercio que ha crecido más de 200 veces. Las inversiones bilaterales han superado los 260.000 millones de dólares, con más de 70.000 empresas estadounidenses operando en China y generando ganancias anuales de 50.000 millones de dólares. Además, las exportaciones a China sostienen 930.000 empleos en Estados Unidos.

Es cierto que la relación entre China y Estados Unidos se ha enfrentado en los últimos a?os a importantes desafíos, en gran parte debido a la distorsionada percepción que Washington tiene de China y a las arraigadas inquietudes estratégicas sobre su hegemonía.

Este error de juicio ha llevado a Estados Unidos a adoptar un enfoque confrontacional hacia China, en contraste con el constante compromiso de China con la coexistencia pacífica y la cooperación mutuamente beneficiosa.

Sin embargo, como ha demostrado la historia, el diálogo y la cooperación son la única opción viable para ambos países. Dado que el panorama mundial está experimentando profundos cambios, incluidos los avances tecnológicos y los cambios geopolíticos, la necesidad de cooperación entre China y Estados Unidos es mayor que nunca. El desacoplamiento y la confrontación en bloques solo perjudicarían a ambos y al mundo en general.

A pesar de los a?os recientes de tensiones, el objetivo de China de mantener una relación estable, sólida y sostenible con Estados Unidos no ha cambiado. En este nuevo punto de partida, es momento de que Estados Unidos rechace el pensamiento de suma cero y trabaje de buena fe con China para que su relación siga navegando hacia un mayor progreso por la ruta del desarrollo estable, sólido y sostenible.